El presidente Pedro Castillo anunció la salida del cuestionado premier Guido Bellido tras pocos más de dos meses en el cargo, tiempo en el que se encargó de agravar el caos y la incertidumbre en los que el gobierno sumió al país.
“Informo al país que el día de hoy hemos aceptado la renuncia del Presidente del Consejo de Ministros, Guido Bellido Ugarte, a quien le agradezco por los servicios prestados a la Nación y anuncio la juramentación del nuevo gabinete para el día de hoy a las ocho de la noche”, dijo el mandatario en un mensaje a la Nación.
Los cuestionamientos a Bellido se dieron desde el mismo día en que se conoció su designación como jefe de gabinete, cargo para el que nunca estuvo estuvo calificado, no solo por sus antecedentes, sino por su poca vocación democrática. Es un conocido apologeta de terroristas y defensor de dictaduras como la cubana o venezolana, además de ser machista y misógino.
Por el saliente premier entraría la excongresista Mirtha Vásquez, que presidió el Congreso durante la etapa de transición. De hecho, el martes Vásquez se reunió con el presidente Castillo en Palacio, al igual que Betsy Chávez, legisladora moderada de Perú Libre que asumiría la cartera de Trabajo por Maraví, cuestionado y al borde la de censura por sus vínculos con el terrorismo.

El final del premier ‘bomba’
Bellido se va con el récord de haber sido el peor jefe de gabinete de las últimas décadas. Largamente. En los poco más de dos meses en el cargo, le dio la razón a sus críticos. Ahora volverá a su curul como congresista, desde donde seguro azuzará contra ya no solo los ministros que no son del agrado del ala radical de Perú Libre, sino quizá contra el mismo Castillo.
Cada semana Bellido provocaba una nueva crisis política en el gobierno. Sino atacaba a la prensa, amenazaba a las empresas o confrontaba al Congreso. En poco tiempo, le hizo mucho daño al país. Se fue con el dólar en casi S/ 4.14, su mayor pico histórico, con una inflación también muy alta y la inversión privada paralizada, pero como dice el dicho: ‘más vale tarde que nunca’.
Ahora, su salida es un alivio para todos, pero no es garantía de que el Ejecutivo vaya corregir el rumbo y empezar a dar las señales que se necesitan para generar confianza y estabilidad, que son claves para el rumbo del país.