El último domingo, el premier Guido Bellido dio una muestra más de que no tiene el perfil idóneo para liderar el gabinete de ministros ni para ser el articulador político del gobierno. Su presencia no solo polariza, por sus posturas radicales y poco tolerantes, sino que volvió a dejar claro que no quiere una prensa crítica ni vigilante, un rasgo que es característico de los regímenes autoritarios.
“Antes de venir a su programa me bañé en aceite para lo que me pudieran decir”, le dijo en tono burlón Bellido a Enrique Castillo, conductor del programa Agenda Política de Canal N, en la entrevista que sostuvo este domingo.
Esa fue la actitud del premier durante todo el tenso encuentro, en el que Bellido jugó a la ambigüedad y a agudizar las contradicciones en lugar de aclarar las dudas que genera el gobierno de Castillo, ya no solo por lo que pretenden hacer, sino por lo que están haciendo, como tomar el control del Estado con personajes cuestionados, por ejemplo. Cualquier cuestionamiento, en lugar de ser aclarado, era evadido con la frase «estás en modo Keiko».
Volvió a acusar a la prensa de “obstruccionista”. “Mienten sobre mi persona al decir que estuve en un campamento de Sendero Luminoso”, dijo Bellido, pero lo cierto es que hay investigación a cargo de la Dircote (Dirección contra el terrorismo de la Policía) luego de que, en mayo pasado, Eddy Villaroel aseguró que el premier tiene nexos con la columna de Sendero Luminoso que opera en el VRAEM. Por estos hechos, la fiscalía anunció el inicio de una investigación, aparte de la que ya tiene abierta por apología al terrorismo.
A Bellido no le gusta que el periodismo revele estos hechos ni que hable del copamiento partidario del Estado, con gente sin la capacidad ni las credenciales para desempeñar un alto cargo, pero afines para las pretensiones políticas del régimen, que cada vez parece ser más evidente: tomar el control del aparato público para perpetuarse en el poder.
Por eso el premier no tiene reparos al mentir cuando dice que el 50% de la población quiere una nueva Constitución para justificar los intentos que harán para imponer su Asamblea Constituyente, por las buenas o por las malas, como ya lo ha dicho su compañero Guillermo Bermejo, otro investigado por terrorismo.
Por eso tampoco sirve de nada que el ministro de Economía, Pedro Francke, salgo día tras día a dar mensajes sensatos para tranquilizar al mercado. Igual la incertidumbre persiste, el dólar sigue subiendo y la canasta básica se encarece.
Con un premier así, cualquier gobierno carece de credibilidad, lo que ya le está pasando factura a Pedro Castillo. Un 47.7% desaprueba al gobierno y un 40% lo aprueba, según la última encuesta de CPI, que confirma las cifras de otra medición previa, la de Datum. Un arranque tan malo de una gestión no se veía hace cuarenta años por lo menos.
No por gusto Bellido es el peor calificado: solo 21.1% aprueba su designación frente a un 62.4% que lo rechaza. Solo Pedro Francke (Economía y Finanzas) y Hernando Cevallos (Salud) tienen más aprobación que desaprobación, y el resto de ministros salen jalados, sobre todo los más cuestionados, como Dina Boluarte (Midis), Ciro Gálvez (Cultura), Héctor Béjar (Relaciones Exteriores), Walter Ayala (Defensa) e Iber Maraví (Trabajo).
El poder y la influencia de Vladimir Cerrón en el gobierno tampoco han pasado desapercibidos: un 58.1%dice que las decisiones del presidente Castillo dependen del exgobernador de Junín y solo un 32.2% sostiene Castillo decide con autonomía, aunque lo cierto es que gobiernan juntos, son un binomio, como en su momento lo fueron Fujimori y Montesinos.