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Asistencialismo cubano: ¿por qué no funciona?

Publicado: 08/07/2022
4 minutos

“Aunque en la Constitución [cubana] se reconoce el derecho de cada individuo a una vivienda digna, los terrenos que están previstos para tal oportunidad, deben pasar por un proceso de revisión para determinar cuál de los aspirantes es elegible (…) El libre albedrío no está permitido”.

Por Karen Reyes

En la filosofía moderna existe una fábula en la que un maestro y su alumno llegan a una granja que solo tiene una vaca de la que se alimentan. En conversación con la familia, el maestro descubre que ellos piensan que viven bien así y que no deben hacer nada más por su futuro. Al amanecer del día de la partida de los visitantes, el maestro decide echar por el barranco al animal. El alumno cuestiona la decisión, pero solo es el discípulo. Un año después, la granja, antes pobre, ahora es próspera, con cultivos varios y poseía diversos tipos de ganado.

Moraleja: no se puede ser monodependiente.

En Cuba, la situación de dependencia económica que históricamente se ha vivido, afecta todas las esferas de la vida del país. Incluso, se ha convertido en un modo de actuación del gobierno hacia la población. Cual padre sobreprotector, establece hasta dónde, cómo y cuándo puede crecer su hijo.

Una de las grandes muestras de ese asistencialismo social cubano es el tratamiento a las familias vulnerables. En esa categoría están aquellos núcleos familiares que tienen bajos ingresos económicos, madres solteras con más de dos hijos, adultos mayores sin más familiares que se encarguen de ellos y otras variantes. Pero alejado de ofrecerle opciones de mejoras reales como estudios, ofertas de trabajo, matrícula en el área infantil para sus niños, o tiempo de calidad en los hogares de ancianos con confort, prefieren que le deban su condición de vida.

Aunque en la Constitución de Cuba se reconoce el derecho de cada individuo a una vivienda digna, los terrenos que están previstos para tal oportunidad, deben pasar por un proceso de revisión para determinar cuál de los aspirantes es elegible. Y en el caso de la compra y venta de casas, más allá del pago de los impuestos por la actividad económica, el precio está previamente establecido por el año de construcción de la casa y alguna que otra consideración arbitraria. El libre albedrío no está permitido.

La salud, otra de las grandes victorias de Cuba, ya a 63 años de poder totalitario, ha ido deteriorándose. Continúa siendo gratuita, pero las instalaciones están en malas condiciones, los doctores se sienten desanimados y algunos servicios como los estéticos o de reconstrucción solo están permitidos para casos especiales. Eso sin contar que el salario es común a todos y que solo se diferencia por el grado de especialidad que posea el profesional. Mas no se pagan horas extras y ni soñar con tener trabajo en dos hospitales, o policlínicos.

Entonces, ¿cómo puedes comprarte un carro o una casa, si tus ingresos apenas cubren la alimentación? Que todos seamos iguales ante la ley de leyes no es igualitarismo, tratar a todos de la misma manera no es posible, pues como se sabe, cada individuo es único e irrepetible en el universo.

Otra variante del asistencialismo social en Cuba es la garantía mensual de una canasta normada de alimentos que se convierten en los únicos a los que tienes acceso garantizado, pues en los mercados no hay más comida. Claro que, como padre dadivoso, esta práctica iba a ser eliminada con la tarea del reordenamiento, pero entonces solo podrías ir al cine una vez al mes, comprarte un par de zapatos o un conjunto de ropa, solo podrías ir de vacaciones una vez al año a un hotel. Sin embargo, ni eso se puede hacer en Cuba por la inflación tan alta en la que está sumida su economía.

Economía que es centralizada. Como centralizada está la agricultura, la industria pesada y ligera, los servicios, la electricidad, las comunicaciones, el transporte. De cada uno de estos sectores económicos, solo existe una empresa a la que le puedes contratar el servicio y, por supuesto, es del gobierno.

Para que un país pueda gestionar de manera efectiva la sociedad que tiene a su cargo debe promover la competitividad entre empresas, la responsabilidad social de los pequeños y medianos negocios, la calidad en los servicios. Debe ofrecer opciones para que el pueblo culto que alfabetizó desde 1961 tenga la libertad de equivocarse y rectificar, de crecer más allá del mínimo establecido para vivir.