Una de las principales banderas políticas del Presidente de la República es convocar una asamblea constituyente. Esto no está previsto en la Constitución. Sin embargo, según como dijeron en campaña, con o sin respaldo congresal, esto se dará y solucionará los problemas que hoy afectan a la población.
Y es ahí, a mi opinión, donde empieza la manipulación. Pretender realizar el «gran» cambio de espaldas al Congreso es imposible, si se quiere vivir en democracia. Esto, porque ya existen en la Constitución algunos casos por los que permitirían hacerle cambios. Caso uno, la Constitución contempla la posibilidad de reformarla total o parcialmente, peroen dos legislaturas ordinarias y con la votación de más de 87 Congresistas o con 66 votos y un referéndum (Art.206). Caso dos, el presidente de la República puede presentar un proyecto de reforma constitucional pero no puede sustituir al Congreso, es decir, no puede convocar directamente a referéndum para consultar sobre una asamblea constituyente. Caso tres, la ciudadanía puede como parte de una iniciativa legislativa –recojo de firmas– presentar su proyecto para reformar la Constitución y este será tramitado de acuerdo a “Ley, Derechos de Participación y Control Ciudadano”, y aquí se exige que sea el Congreso quien lo apruebe o no, mediante votación.
Ahora, existe otra posibilidad, como lo ha mencionado el Presidente en su recientemente mensaje a la nación:presentar un proyecto de reforma constitucional a fin de posibilitar una asamblea constituyente, pero incluso en ese supuesto, será el Congreso de la República el órgano que lo tramite y vote, de acuerdo con lo previsto en la Constitución. Con eso queda claro que no hay marco constitucional o legal para omitir la participación de Congreso en el proceso de reforma constitucional.
En el mensaje a la nación, el presidente dijoque la asamblea constituyente del bicentenario debe ser plurinacional, popular y con paridad de género; lo cual muestra otra más de las contrariedades, pues en la presentación de su gabinete ministerial, hubo apenas 02 mujeres de 16 integrantes.
También indicó que la voluntad popular será quien gobierne, pues el poder constituyente originario emana del pueblo y no de los gobernantes ni de las autoridades. Pero, esa es la trampa del populismo, hacernos creer que cumplir la “voluntad popular” es su fin, cuando con acciones demuestran que se hacen del poder para generar una mayor de dependencia en la relación población – Estado y que esa preocupación, el “yo te cuido”, que suena bien, viene con letras pequeñas que dicen “pero a mi forma”. Si la mayoría de la población (63%) requiere reformas específicas en vez de un cambio, ¿por qué seguir promoviendo una constituyente? Entonces,¿quién es el pueblo al que tanto se refieren en sus discursos? Al menos sé que no son solo aquellos que votaron por ellos y mucho menos los que “representan” a determinados gremios o sectores.

La división del país, no es solo por factores económicos. Aquí, el Congreso debe sacar ventaja y mediante reformas especificas y necesarias buscar sumar al desarrollo social y cultural a la población, más allá de Lima. Y en ese proceso, gobernadores y alcaldes tienen que asumir protagonismo.