El gobierno peruano controló el destino del 25% de la economía en el 2020, lo significa que alcanzamos el máximo tamaño del Estado en tres décadas.
El 2020 fue un año durísimo para el Perú y el mundo. ¿Quién podría dudarlo? Fruto de las medidas para contener la crisis sanitaria, el tamaño del Estado peruano subió en 5 puntos porcentuales (pps), es decir hasta 25% del PBI el año pasado. Todo el incremento se dió por una gran subida del gasto corriente (bonos, subsidios, sueldos, compra de bienes y contrataciones de servicios), mientras que la inversión cayó levemente (de 5% a 4%).

La presión fiscal además cayó 2 pps (de 15 a 13% del PBI) y los ingresos no tributarios (canon, regalías, entre otros) se mantuvieron (5%). Con 18% de ingresos fiscales (tributarios y no tributarios) y un gasto del 25%, llegamos a la cifra de -7% de déficit fiscal para el 2020. Volamos en déficit, el cual es 4 veces más alto que el máximo que tuvimos en los últimos 30 años (-1.7%). Esto sin duda ya viene generando aumento en la deuda pública.

¿Pero por qué es importante el tamaño del Estado? El incremento del Estado tiene un impacto económico y social, ya que este puede decidir dónde y a quién darle recursos de la economía que no se darían en condiciones de libre mercado. Dándole a unos se le quita a otros y rara vez esta transferencia nos genera más bienestar a largo plazo. Nada es gratis. Y por eso es fundamental tener las cuentas en orden.
Además, el tamaño del Estado no solo tiene problemas de eficiencia, también tiene relación con la corrupción, algo que hoy nos preocupa a todos. Cuando el Estado es grande y controla buena parte de la economía, ya sea porque regula y gasta mucho o porque tiene empresas estatales, se producen los incentivos para que terceros se beneficien a costa del resto.